4.27.2012

Tarde de viernes

Por fin viernes.
Las 16:57. Tres minutos y serás libre. Miras el móvil.
Las 16:58. Dos minutos. Vamos, vamos, vamos; queda cada vez menos. Ya casi eres libre. Vuelves a mirar el reloj.
16.59. Ya está, se acabó. Ante ti se abre...
Nada.
Ya es viernes, sí, pero te das cuenta de que, en realidad, no tienes planes; nada que hacer, nadie con quien quedar... Ni siquiera alguien a quien llamar. Nada. Miras a ambos lados y ves a la gente ya en ropa de calle. Empiezas a notar el cansancio del día, y los hombros se te hunden un poco. No, no importa, puedes recuperar ese cansancio. Alzas la vista y ves a todos sonriendo y emocionados por sus planes. Aquí viene el cansancio de toda la semana, y ahora agachas la cabeza. ¿Pero qué más da? Si ahora vas a descansar. Hasta tus oídos llegan las historias de los planes de todos y cada uno de tus compañeros: fiestas, amigos, novios/as, salidas improvisadas...
17:00. Eres libre.
Libre para irte a casa, encender el ordenador y rezar para que pase el tiempo lo más rápido posible, y puedas irte a la cama. Libre para disfrutar tu tarde de viernes absoluta y totalmente sola. Libre para estar encerrada.
Pero sólo hasta la siguiente tarde de viernes.

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