8.05.2013

La espada

Cuentan las lenguas antiguas que una vez hubo un héroe, de porte alto y fuerte, sensato pero orgulloso, que poseía una espada legendaria en todo el reino. Era una gran espada, temida y envidiada por su belleza; su mango era del mejor oro con incrustaciones de los más puros zafiros y esmeraldas, y una hoja que cortaba con sólo mirarla; toda un arma mortífera. Por este motivo, todos respetaban al héroe, y jamás tuvo que usar su poderosa espada. Siempre la llevaba consigo, y fardaba de ella, cuidándola y afilándola a diario como si de su propia hija se tratara... Hasta que dejó de hacerlo.

El héroe había alimentado y extendido su leyenda por todos los reinos conocidos, y se confió de que el poder de la niña de sus ojos nunca sería desafiado. Como buen caballero, nuestro héroe participaba en torneos y demás juegos con armas blancas, y en su afán de preservar en perfecto estado La Legendaria, nunca la usó; mandó forjar decenas de espadas de todo tipo, cualquier acero con el que pudiera competir y así asegurar su fama como caballero y señor de la comarca. Con el tiempo, y una vez había sido establecida la paz en el reino, el caballero se acostumbró a portar otras espadas, guardando la suya en un lugar seguro en su castillo. Asimismo, al tener otras armas a su disposición, se despreocupó del mantenimiento de La Legendaria, contentándose con mantenerla bajo seguro. Al fin y al cabo, era su espada. 

Cayó el verano y la fama de nuestro héroe se había extendido tanto que llegaron navíos de ultramar a comprobar por sus propios ojos lo que se contaba de este señor caballero. Se organizó un torneo para dar la bienvenida a los forasteros y el héroe aprovechó para contar sus hazañas con La Legendaria, alimentando tanto su fama como su ego; uno de los soldados de ultramar retó al héroe en duelo, y éste aceptó encantado, mas el soldado exigió que el héroe luchara con ningún otro acero más que con La Legendaria. Cegado por el orgullo y el placer de la fama, el héroe no dudó en desenvainar su arma de oro y piedras preciosas, precisa y letal, y aceptar las condiciones del soldado.

Sin embargo, el héroe no reparó en que La Legendaria, la niña de sus ojos, llevaba demasiado tiempo sin recibir cuidado alguno, y cuando el pobre pero sólido acero del soldado chocó con ella, ésta estalló en mil pedazos, despojando al héroe de todo por lo que había vivido.
Cuida lo que te importa; puede que no sea tan indestructible como crees.

8.01.2013

La leyenda de la bruja

Cuenta la leyenda 
que una vez había una bruja,
poderosa y aclamada
que de la felicidad fue desterrada.

Perdió todos sus poderes
y vagó en el exilio,
buscando ayuda y amaneceres
con los que aplacar su hastío.

Un buen día algo cambió,
un dragón se enamoró de ella,
la vida le devolvió,
la bruja volvió a ser bella.

Y aquí estoy de nuevo,
más fuerte que nunca,
inspirada como siempre,
vuelvo a ser una bruja.

Dueña de las palabras,
de vuestros corazones,
pero además de mis sonrisas,
y señora de los dragones.