4.28.2013

Flotando

Ya no hay nada que niegue que te has perdido a ti misma. No ves las cosas de la misma manera, no las sientes de la misma manera, no vives de la misma manera. Pero, ¿es eso siempre malo? La creencia popular afirma que los cambios son buenos, pero a ti nunca te han gustado; te sientes cómoda con lo que conoces, encuentras confianza en la rutina. Más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer, al fin y al cabo.

Pero quizá pueda ser que estés empezando a cambiar de opinión. Hay días en los que te gustaría desesperadamente volver a la inocencia de la infancia; otros, en los que ves tus ideas reafirmadas a través de los nuevos ojos que te ha dado la vida. Es contradictorio, supongo. Hay algo amargo en todo ello, como una sombra que te acecha, recordándote que el pasado siempre te sigue; y, sin embargo, hay tantas cosas dulces... El contacto de unas manos fuertes y curtidas, la mirada de unos ojos limpios de maldad, la sonrisa de un ángel venido del cielo para rescatarte.

Y así como antes sacabas fuerza y entereza de donde no la tenías, ahora todo es más fácil; las pesadillas parecen lejanas y los recuerdos ya no duelen. El pecho se te hincha al pensar en el pasado y... no sentir absolutamente nada. El tiempo finalmente ha curado las heridas, y tu ángel guardián ha sabido hacer desaparecer las cicatrices. Antes buscabas venganza, tener la última palabra, aquella que guardaste bajo llave en lo más profundo de tu alma para no empezar una nueva guerra; ahora, sólo quieres la absolución. Si tu pasado consigue salir adelante a base de seguir insultándote, si eso le ayuda, que así sea; pero que te perdone primero, y que sepa que tú sólo quieres ser feliz.

Te parece que has cambiado mucho y que ha pasado mucho tiempo, pero, si miras hacia atrás, todo lo malo ocurrió apenas ayer y tú eres básicamente la misma. Sólo que ahora ves el mundo con otros ojos, haces tu camino de otra forma. Antes eras una caminante, te arrastrabas por el mundo tropezando con todas las piedras del camino; ahora, bien puede ser por la llegada de la estación estival y el fruto que tus esfuerzos darán o bien porque has alcanzado algún tipo de estado espiritual complejo e inexplicable, tu camino ha dejado de ser polvoriento y agotador. Ni siquiera sabes si este nuevo método de transporte durará mucho, pero de momento te vas a dedicar a disfrutarlo.

Porque ahora, sea como sea, flotas.


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