11.30.2012

Nueva Encuesta

¡Saludos! No estoy totalmente segura si el último artículo os gustó o no, o si la votación tuvo mucho éxito, porque sé que algunos me la amañasteis, cerdos. Aún así, se me han ocurrido dos buenos temas sobre los que hacer una crítica (no serán artículos esta vez), y me pareció buena idea daros la opción de votar.

De nuevo, la encuesta está en la barra lateral de la derecha, y podréis elegir entre:
A) El director del Reality (crítica de los Reality Shows).

B) Escritores desconsiderados (crítica de la masacre de la imaginación por medios como la televisión).

El plazo será de una semana, como siempre. Votad y, por favor, sólo un voto por persona. La semana que viene tendréis la nueva entrada.

¡Espero no defraudaros!

Gracias por estar ahí,
-C.

11.25.2012

Merece la pena (II)

Parece que lo que le dije ha animado a la violinista. Hemos empezado una especie de juego muy interesante; ella hace un poco de su magia, en solitario, y yo contesto; y así durante unos cuantos días (llevamos quedando para tocar cosa de dos semanas), intercambiando motivos e ideas por solitario, y al mismo tiempo, juntos. Es difícil de explicar. No tocamos a la vez y, sin embargo, estamos creando algo especial juntos.

Es como un juego de indirectas, ella me dedica una parte de su alma y yo le compenso con otra parte de la mía; no es un canon, improvisamos cosas diferentes, pero a la vez podría formar parte del más ingenioso de los dúos. No podría describirlo o analizarlo si me lo pidieran, ya que la única palabra que me viene a la mente es "increíble". Con todo, hace un rato que he dejado de escuchar la música, para pasar a oírla nada más; mi concentración está acumulada en el sentido de la vista, y tengo que hacer un esfuerzo por no perder el hilo de nuestro juego mientras la contemplo.

Es rubia, y su pelo sedoso brilla como una baliza de paja en el campo, recogido en una trenza; me pregunto si el contraste con el mío, castaño oscuro, sin orden ni concierto, será igual de armonioso que nuestra música. Por alguna razón, toca todo el rato de pie, y se me ocurre que me gustaría descubrir todas sus manías; también quiero contarle las mías. Memorizo todas las líneas de su figura, desde la suave forma de sus pómulos hasta la línea de su cuello, en tensión mientras toca. Abandono el plano de la música, así como el de la realidad y viajo a una nueva dimensión. Sólo estamos ella y yo, violinista y pianista, en ningún lado y en todas partes.

Y entonces fallo. Mi incoherente y repentina obsesión por fusionarme con ella, con todo lo que es y lo que representa, ha hecho que descuide mi objetivo y que pierda el raciocinio. No ha sido una simple nota falsa, sino un gran fallo. He dejado de mirar el teclado y he errado un acorde, creando la mayor disonancia posible. El halo de magia que nos envolvía se deshace tan rápido como lo hemos creado, y la atmósfera se vuelve incómoda y hostil. Ninguno de los dos dice nada, pero nos miramos a intervalos, retirando la mirada cuando nuestros ojos coinciden. Me siento avergonzado. Y ella parece dolida.

Es obvio que todo se ha acabado, que la maravillosa obra de arte que queríamos crear ha tocado su fin antes de haber empezado a cobrar apenas forma. Puede sonar exagerado, pero tengo ganas de llorar; me levanto abruptamente y me dirijo hacia la puerta a grandes zancadas.

Entonces ella me alcanza y me detiene, poniendo una mano sobre mi hombro.
-El ser humano comete errores -dice, regalándome una sonrisa débil pero tierna-; pero hay que aprender de ellos. Sólo los cobardes se rinden.
-Yo no soy un cobarde -afirmo.
-Entonces volvamos a intentarlo -murmura, tomándome de la mano y tirando de mí-. Merece la pena volver a intentarlo.

11.18.2012

Merece la pena

La magnífica violinista que prometió tocar conmigo hace... veinte minutos ya, según compruebo en el reloj de pared del aula, sigue observando en silencio. Por el rabillo del ojo he visto que ha hecho varios ademanes de entrar, pero finalmente no se ha decidid, así que sigo tocando solo. ¿Por qué no entra ya? Me duelen las manos, y no sólo eso, sino que estoy cansado, mucho. Con todo el tiempo que he estado improvisando yo mismo antes, lo que he pasado escuchando a la violinista -cuyo nombre desconozco, ahora que caigo-, y la otra tirada que he tenido que improvisar delante de ella, no puedo más. Noto el cansancio acumularse de cada uno de mis músculos, contrayéndose y suplicándome que pare; las manos se me agarrotan y cada nota me cuesta más que la anterior. Estoy en medio de una frase, pero la cambio súbitamente y comienzo a hacerla mucho más lenta, decidido a parar en cuanto resuelva. Me rindo. 

Entonces la respiración de la violinista se condensa, y me permito retirar la vista del teclado para comprobar, maravillado, cómo lleva el violín hasta su cuello y coloca el arco en posición; la frase está a punto de terminar, y he ido ritardando progresivamente, de tal manera que casi estoy en la tónica. Y justo cuando el piano canta la tónica, la sala se llena con el timbre del violín. Hace sonar la misma tónica que he dado yo, y alarga el sonido como un grito ahogado. La emoción me embarga y decido desarrollar esa última nota en una secuencia de escalas encadenadas; es un procedimiento muy típico, pero no deja de ser bello, y ella comienza a desarrollar su propia melodía.

Sin embargo, no es como yo esperaba. La música que emite el violín no deja de ser preciosa, sigue sonando a... ella, pero ha perdido esa magia de la que me enamoré cuando la oí en solitario. Me descuido y toco una nota falsa, creando una disonancia y haciendo que ella vacile también; rápidamente corrijo mi error y modulo, consiguiendo "tapar" un poco el gazapo; pero ella no modula conmigo. Tarda un rato en reconocer la nueva tonalidad, y para cuando lo hace, nuestra melodía, nuestro pedazo de magia, ha dejado de sonar bien. 

Con un chirrido, la violinista baja el arco y deja escapar un suspiro; yo dejo la frase a medias y también bajo las manos. Agachamos la cabeza al unísono, y a mí se me hunden los hombros. Cuando levanto la cabeza, sin embargo, veo que ella parece aún más afectada. 
-Yo... lo... lo siento. 
Me levanto y la acaricio el brazo.
-Eh, tranquila, no pasa nada.
-Pero ha sido un desastre -dice, las lágrimas acumulándose a sus ojos.
-Lo sé -respondo-. Pero da igual.
-¿Por qué?
-Porque practicaremos; vamos a arreglar los errores, y crearemos una obra maestra, te lo prometo.

11.16.2012

Colapso

Ha sido una semana muy intensa, y la poca energía que llevabas encima se ha agotado por completo. Por fin llegas a casa y te sientes libre, contenta porque el pasado ya no duele, y con ganas de hacer algo tranquilo; así que enciendes el ordenador y decides poner una película, pero pasas por Internet justo antes, para ver si hay alguna novedad. Entras en su perfil de casualidad, porque es de los últimos que te aparece en las menciones y sientes curiosidad por saber si ha escrito algo, ya que nunca lo hace. Y vaya si lo ha hecho.

Empiezas a leer tandas y tandas de mensajes, ciento cuarenta caracteres dirigidos hacia la misma persona, y exactamente de la misma forma que lo hacías tú: indirectamente. Pero, lógicamente, sabes perfectamente quién es el destinatario de esos mensajes, de esas palabras que te mencionan, y no te queda otra alternativa que visitar el perfil que llevas tanto tiempo sin abrir, habiendo conseguido dejar el pasado en el pasado y hacer algo con el presente y el futuro. Y lees las contestaciones.

Insultos a la persona que quieres, insultos hacia ti misma, palabras envenenadas, rencorosas, escritas con sangre, abriendo heridas que ya estaban más que curadas, hincando el diente donde más duele. Y con los recuerdos, vuelven las sensaciones. Un temblor violento y constante se apodera de tu cuerpo, oprimiéndote el pecho e impidiéndote respirar. Sientes el estómago del revés, y no tardas mucho tiempo en correr al baño a devolver todo lo que llevabas dentro. Y entonces comienzan las lágrimas. Se te taponan los oídos y no sientes el frío que entra de la ventana abierta, eres esclava del temblor y el dolor.

¿Quién se han creído que son? O mejor dicho, ¿quién se han creído que eres ? Entablando conversaciones insultándose (uno más que otro), hablando de ti a tus espaldas sin ser siquiera consciente, desenterrando el pasado. Y lo peor, atacándote. ¿Qué necesidad hay de hacerte sentir tan... miserable? No necesitas que nadie te recuerde lo que ya sabes, que no sabes quién eres y que eso te duele. Y lo que es más, tampoco necesitas que nadie hurgue en la yaga, porque la sientes en todo su esplendor tú solita. Después de muchos meses de auto-reparación, defensa y curación emocional, este ataque te atraviesa el pecho como un cañonazo. Después de conseguir salir del pozo, te empujan hasta el mismísimo fondo.

Y te colapsas.

11.13.2012

Esencia busca identidad

Últimamente no estás de lo más... lúcida; todo se te acumula, no sabes qué estilo seguir y cuál abandonar, dudas entre hablar o callar, actuar o huir... No tienes ni idea de lo que estás haciendo.Y la gente lo ha notado; han empezado a decir que echaban de menos al antiguo tú, a preguntar por qué "has cambiado", a exigir respuestas que, simplemente, no tienes. Pero tú te quedas con la parte que más te duele, esas dos palabras tan gratuitas que bien podrían ser sustituidas por una puñalada: "Has cambiado". 

¿De verdad has cambiado?, te preguntas, constantemente. Revisas tus últimos trabajos, tus progresos y retrocesos, tu... vida, estos últimos meses. Sabes que no piensas igual que antes, que has madurado ideas que hace tiempo sólo eran un producto bruto; también reconoces que has cambiado tu "estilo", pero no estás segura si se aplica a todos los ámbitos de tu ser o simplemente a unos pocos, aquellos que conviene cambiar. ¿Y cómo lo has cambiado, en cualquier caso? ¿Ha sido para mejor, es eso, has mejorado tu forma de ser? ¿O ha sido para peor, y te has convertido en la clase de persona a la que juraste no parecerte jamás? Llevas la vista al cielo y suplicas que alguien te de una respuesta. Porque sabes que todo está ahí dentro, en algún lugar.

Sigues siendo esencia, lo que no sabes es de qué; y creías tener una identidad firme y definida, pero ya no estás segura. <<¿Quién soy?>>, te preguntas constantemente. ¿Eres el tipo de persona que admiras, has conseguido ser tu propio ídolo? Sabes perfectamente que no; la pregunta sigue ahí: ¿Quién eres? Buscas frenéticamente en los archivos de tu ordenador, en tus relatos, en tus perfiles de redes sociales, hasta en tus listas de reproducción, pero no encuentras nada. Sigues investigando, y vas a por el pasaporte; él no te dice quién eres, y el carné de identidad, por desgracia, tampoco. Le preguntas a tu madre, y ella te mira como si hubieras perdido la cabeza, así que te marchas sin esperar una respuesta. 

Sabes que tu "chispa", como la definió esa persona especial, sigue ahí, formando parte de tu esencia. Eres un conjunto de carbonos perfectamente ordenados, pero no sabes si en la disposición del grafito o, por otro lado, del diamante. 

Eres esencia bruta, alma indómita, y necesitas que te pulan y te den forma. Eres una esencia que busca identidad.


11.11.2012

Artículo aleatorio (III)

Atún con pan
Un día de piscina este verano, hablando con unos amigos acerca de música comercial, uno de ellos (estudiante profesional de música) dijo: <<Atún con pan>>. Todos nos quedamos extrañados, por supuesto, hasta que comenzó a repetir la frase rítmicamente y se explicó: "La música comercial lleva siempre ese ritmo, atún con pan; a parte de los cuatro acordes mal puestos, todas las canciones que llegan al número uno de las listas de ventas tienen esa base rítmica de fondo". Más tarde, por desgracia, tuve la mala suerte de pasar todo un mes oyendo "Atún con pan" por doquier. Y el hecho de que esta extraña combinación gastronómica se esté convirtiendo en nuestra dieta auditiva me preocupa, como amante de la buena música.

¿Qué es la buena música, para empezar? Es algo difícil de definir, puesto que la música es sentimiento, y los sentimientos son subjetivos; ergo, la música es subjetiva. Eso no lo puede negar nadie, por supuesto. Sin embargo, como estudiante de música y adolescente poco frecuentadora de discotecas que soy, me atrevo a decir (con el respaldo del resto de los músicos titulados), que hay varios factores que diferencian la música "de calidad" de la que viene a ser simple metralla. Por ejemplo, las armonías y los motivos; no es necesario un amplio rango de armonías complejas y con infinidad de células distintas [una célula en música es la parte más pequeña de un motivo - el "ta-nán" del tema de Tiburón, por ejemplo], ya que de hecho Bach (que se considera música culta claramente), usaba únicamente unas pocas células que luego "explotaba" a lo largo de la obra, por así decirlo. Así, la música de hoy en día suele constar de cuatro tipos de acorde, generalmente en las mismas armonías, y ningún tipo de variedad en la melodía (digamos que son los vocales, ya que los instrumentos no llevan el canto en la música moderna), explotando hasta la saciedad un mismo estribillo, siempre con la base rítmica del atún con pan de fondo.

Por otro lado, hay muchos "proyectos de músicos" que van de culturetas con sus camisetas de grupos y un determinado estilo de vestir que tachan de "basura" cualquier estilo de música que no sea el suyo. No sé si esta opinión tiene su fundamento en ser del gremio de la música o simplemente a que soy muy tolerante, pero considero que no hay un determinado estilo musical que sea mejor que otro (excepto el reggaeton, eso no sé ni dónde meterlo, porque de todos los fallos que estoy enumerando, se lleva la palma). Los fans del Rock clásico, por ejemplo, buscan en su música una instrumentación compleja y completa, que exprima las armonías en los solos de guitarra y que mantengan un ritmo peculiar, a la vez que tienen una melodía lírica, de temática variada; los fans del rap, por el contrario, se apoyan en poemas medio recitados medio cantados que claman alguna injusticia al mundo, con una base musical "light" de fondo, nada especialmente complejo pero que amenice el ritmo del poema. Y si alguien rechaza la calidad de una determinada canción simplemente porque no sea de su propio estilo, está cometiendo un grave error que no deberíamos permitir; quitando los gustos, hay que saber reconocer cuándo algo es bueno o no, sin más.

Yo personalmente le echo la culpa de este bombardeo de música comercial masivo que estamos sufriendo últimamente a la falta de cultura musical que hay en el país. En el resto de Europa, por ejemplo, la música clásica (que es la raíz de la evolución actual) tiene muchísimo más peso que aquí, y por tanto producen mejores grupos, sean del estilo que sean. Otro de los principales problemas es que "la música comercial está para ir de fiesta", que es lo que dice la mayoría, y a mí me pone los pelos de punta pensar que hay cantidad de música Dance que está siendo dejada en la involución por dedicarse a buscar temas comerciales que lo único que aportarán al mundo será la pérdida de dinero para los consumidores y la compra de un nuevo chalet en la costa para los productores.

En resumen, la pérdida de diversidad musical recae tanto en la intolerancia de los "groupies" de un género determinado como la ciega búsqueda de dinero fácil por parte de las discográficas. Lamentablemente cada vez son menos los buenos artistas que se mantienen fieles a su estilo y que no se convierten a la religión de Don Dinero con la excusa de "querer probar nuevos sonidos". Yo, personalmente, seguiré buscando grupos prácticamente desconocidos por Internet que todavía creen en la auténtica religión que es la música y que no han sucumbido a un fajo de billetes. Mientras tanto, el mundo cambiará el latido de su corazón por "atún con pan".

11.09.2012

Artículo aleatorio (II)

La culpa la tiene el gobierno

Es curioso darse cuenta de que cada vez que leemos u hablamos de algo que supone un problema para la sociedad, siempre se formula la misma pregunta: "¿Qué debería hacer el gobierno para arreglar esto?". No nos cansamos de repetir cosas tal que "El gobierno debería...", "El gobierno tiene...", "El gobierno hace...". Y yo el otro día me di cuenta de una dolorosa pero gran verdad mientras estudiaba los derechos que exigía el pueblo francés liberalista de 1789 en su revolución, y es que, aunque lo hayamos olvidado, el gobierno somos todos.

El gobierno, el Gobierno, el GOBIERNO. Hablamos de ellos como si fueran de otro planeta, de una raza distinta a la nuestra, de otra estirpe; como si no fueran como nosotros. Pero, desgraciadamente, lo son. Y eso nos deja en evidencia a nosotros, ciudadanos sumisos que les hemos permitido creerse nuestros propios disparates. Parecemos haber olvidado el cometido original del gobierno, de esta entidad que al parecer hace lo que le da la gana: representar. Sí, por increíble que parezca, elegimos a estas personas para que nos representen, para que pongan por escrito y dejen constancia oficialmente de lo que pensamos todos nosotros (o bueno, la mayoría, al menos, que para algo son las elecciones). Como con todas las palabras estos días, el concepto auténtico de gobierno, el que asegura la soberanía nacional, se ha perdido junto con los otros términos de gran tamaño, como fascismo o comunismo (que se usan a libre albedrío, sin tener ni idea de su auténtico significado), hasta habernos hecho interiorizar esta nueva idea de que el gobierno es una entidad aparte, que no tiene nada que ver con nosotros y que están a otro nivel. Y yo me pregunto, entre libros de historia y ejercicios de lengua que preguntan qué medidas debería tomar un gobierno acerca de uno u otro tema, ¿cómo hemos podido llegar a esto? ¿Qué ha pasado para que la soberanía nacional se haya perdido de esta manera?

Por supuesto, no estoy diciendo que debamos tomar la sede del gobierno y quemarlos en la pira, que es lo que parece que quieren hacer unos cuantos, ni tampoco ahogarles entre insultos y amenazas. No, no es eso. Ni las formas ni el camino, en absoluto. No debemos seguir cargando contra ellos, porque eso no nos lleva a ningún lado; tenemos que dejar de hacer las cosas como hace doscientos años, cuando no sabían lo que querían, ni cómo podían conseguirlo. Nosotros (algunos), lo sabemos. Y lo mejor de todo es que, como personas iguales que somos en todos los sentidos, disponemos de gente capaz de proponer las mejores soluciones a los peores problemas, entre nuestras propias filas. ¿Por qué nos dedicamos a quejarnos mientras esperamos a que "la entidad superior", el gobierno, dé con una solución que tenemos nosotros mismos? ¿Por qué no ir y poner las cartas encima de la mesa? Por muy elevado que sea su rango, nos deben sumisión a nosotros, a los que les hemos llevado allí, y por lo tanto están obligados a escucharnos. Escucharnos proponer ideas constructivas, repito, no insultos.

¿De dónde creemos que salen estos países con gobiernos estupendos que no tienen ningún tipo de problema? ¿De inteligencia superior? No. Salen de la unidad, del trabajo en equipo y de la colaboración. ¿Qué es eso de separar a una persona en "de derechas" o "de izquierdas" tan sólo por la forma en la que respira? ¿A qué vienen tantas etiquetas, por qué queremos separarnos? Somos todos iguales, con las mismas raíces y los mismos sueños: una vida mejor, y justa para todos. Tú, yo, él, ella, éste, ése, aquel... Todos tenemos una pequeña pieza del puzzle, y si nos la guardamos, nunca estará completo. Las piezas las tenemos todos nosotros, y el gobierno únicamente tiene el pegamento para poder consolidar la obra de arte. Y por algún craso error hemos establecido que no podemos mezclar materiales, aunque nosotros mismos compráramos ese pegamento. Queremos unidad, pero no hacemos más que dividir.

La frase a la que más nos hemos acostumbrado estos días, con la que nos está cayendo, es aquella de "La culpa la tiene el gobierno". Y yo asimismo digo: "La culpa es nuestra".

11.05.2012

Vosotros decidís

Como al parecer a las pocas almas cándidas que me leéis os ha gustado mucho el artículo aleatorio, me gustaría que vosotros mismos eligierais el tema de un próximo artículo. Para que no tengáis que registraros y comentar, podéis hacer la votación en la encuesta de la derecha, marcando:

A: El consumismo capitalista masivo

B: El sistema educativo

C: La música comercial

Marcad la letra correspondiente según el tema del que os gustaría que escribiera (si tiene éxito, haré más encuestas así).

También podéis tomaros la molestia de comentar y proponer vosotros un tema del que queráis que hable, lo tendré en cuenta.

¡Gracias!

-C.