¿De verdad has cambiado?, te preguntas, constantemente. Revisas tus últimos trabajos, tus progresos y retrocesos, tu... vida, estos últimos meses. Sabes que no piensas igual que antes, que has madurado ideas que hace tiempo sólo eran un producto bruto; también reconoces que has cambiado tu "estilo", pero no estás segura si se aplica a todos los ámbitos de tu ser o simplemente a unos pocos, aquellos que conviene cambiar. ¿Y cómo lo has cambiado, en cualquier caso? ¿Ha sido para mejor, es eso, has mejorado tu forma de ser? ¿O ha sido para peor, y te has convertido en la clase de persona a la que juraste no parecerte jamás? Llevas la vista al cielo y suplicas que alguien te de una respuesta. Porque sabes que todo está ahí dentro, en algún lugar.
Sigues siendo esencia, lo que no sabes es de qué; y creías tener una identidad firme y definida, pero ya no estás segura. <<¿Quién soy?>>, te preguntas constantemente. ¿Eres el tipo de persona que admiras, has conseguido ser tu propio ídolo? Sabes perfectamente que no; la pregunta sigue ahí: ¿Quién eres? Buscas frenéticamente en los archivos de tu ordenador, en tus relatos, en tus perfiles de redes sociales, hasta en tus listas de reproducción, pero no encuentras nada. Sigues investigando, y vas a por el pasaporte; él no te dice quién eres, y el carné de identidad, por desgracia, tampoco. Le preguntas a tu madre, y ella te mira como si hubieras perdido la cabeza, así que te marchas sin esperar una respuesta.
Sabes que tu "chispa", como la definió esa persona especial, sigue ahí, formando parte de tu esencia. Eres un conjunto de carbonos perfectamente ordenados, pero no sabes si en la disposición del grafito o, por otro lado, del diamante.
Eres esencia bruta, alma indómita, y necesitas que te pulan y te den forma. Eres una esencia que busca identidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por dedicar tu tiempo en dejarme un mensaje, querido transeúnte.
Atte:
-C.