Acaba un nuevo día,
las luces ya se apagan,
mas queda una encendida,
que en la noche brilla solitaria.
Luciérnagas diminutas son
las que hoy me hacen compañía,
revolotean sobre mi luz,
me enseñan cosas de la vida.
El amor lo puede todo
pero no gana a la muerte,
esto es un juego y las reglas
tienen que obedecerse.
Distraída con tu boli,
no puedes escribir nada,
cuando la razón se inunda,
el corazón sólo sangra.
Las palabras son muy bellas,
mas no sirven para nada,
cambiaría mi don por una estrella
que me consiguiera un mañana.
Las luciérnagas me acorralan
y ahora yo soy diminuta,
a medianoche nada importa,
esta artista de la vida no disfruta.
Sonreiré y no diré nada,
porque a nadie le interesa
el dolor de esta humanista
que aparenta estar contenta.
Con esta estrofa me despido
de las luciérnagas nocturnas,
mi luz también se apaga,
otra noche, sin noticias.
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