"Me echo de menos", le susurras a la almohada, mojada con lágrimas de silenciosa agonía. Cada mañana te aleja un poco más de tu Antiguo Yo, impidiéndote recuperarlo, asimismo cerrándote las puertas del presente; tu camino se ha convertido en un viaje en autobús sentada en el asiento que va de espaldas. Vas hacia delante, pero miras hacia atrás; el autobús marea, la vida, duele. Aún cuando haces un esfuerzo por darte la vuelta y mirar hacia adelante, no eres capaz de idear algo que mantenga vivo tu recuerdo cuando te hayas ido. ¿Qué quedará de ti entonces? ¿Una piedra con un nombre y dos fechas, quizá un breve epitafio? Te sientes como una mosca atrapada en una habitación; vuelas de un lado a otro, hacia delante, hacia atrás, recorriendo todas las esquinas y chocándote contra todos los obstáculos que ves a tu paso en tu incesante búsqueda de una ventana abierta, de libertad. Paralelamente, te sientes igual de mareada que una persona que observa este vuelo.
Quieres tener algo a lo que agarrarte, saber quién eres, reconocerte a ti misma. Pero no estás segura de que eso sea posible; estás secuestrada por el pasado, y a fuerza de haberte tenido ahí anclada, ahora que la vida te ha sacado de ahí a patadas, no puedes evitar seguir mirando hacia atrás; has desarrollado Síndrome de Estocolmo hacia ti misma. Eres tu propio verdugo, fuiste tu carcelera y siempre serás tu sombra. Aun sabiendo que fuiste tú misma quien se infligió y permitió que le infligieran las heridas que ahora lucen como cicatrices, y siendo consciente de que la "nueva página" del libro ha visto sonrisas más puras, sigues queriendo recuperar la inocencia de esa pobre chica que no sabía dónde se estaba metiendo.
O quizá sólo quieras poder dormir tranquila, por una vez; dejar de tener pesadillas, ser absuelta de remordimientos que ni siquiera te pertenecen. No querer pedir perdón, no hacerlo. Quieres ser capaz de mirarte al espejo, directamente a los ojos a tu secuestrador y decir "nunca más"; sólo quieres ser libre.
Sin embargo, los delitos de tu pasado ya prescribieron, y el verdugo de tus pesadillas nunca será condenado. Si estuviéramos hablando de dos personas, sería una injusticia; pero sólo hablamos de ti misma. Y por desgracia nunca podrás dejar atrás quién fuiste, si bien puedes redireccionarte hacia quién quieres ser; una parte de ti siempre echará de menos la persona que fuiste ayer, siempre un poco menos lastimada que tu nuevo reflejo cada mañana. Quizá algún día consigas encontrarte a ti misma y puedas dejar atrás a tu secuestrador. Quizá algún día te reconozcas cuando te mires al espejo, quizá llegues a saber quién eres.
De momento, padeces Síndrome de Estocolmo.
Le dedico esta entrada a Gilles27Push, por haberme ayudado a ver que soy presa de mí misma y haber así inspirado esta entrada.
Bueno, ahora si que si se tienen que publicar esto porque no hay nadie más usando internet.
ResponderEliminarYo te lo diré una y mil veces, me encantan tus relatos! Es verdad que con la mayoría me siento identificada, y con este me ha constado un poco más, aunque en ciertos aspectos si que he sentido esa sensación que describes de "perderte a ti misma".
Y aunque no en esa magnitud, has conseguido que entendamos por lo que se está pasando en esos momentos, como no eres capaz de reconocerte ante el espejo, no recordar cómo eras antes,....pero no voy a enumerar cosas que ya has descrito ^^
Así que señorita Carmen, siga escribiendo que lo hace fabulosamente bien y que aquí tiene una lectora a la que ha conseguido encandilar con su blog (sólo decirte que tardaste 5 días en formar parte de mis favoritos y una semana en tener un acceso directo en tu tan "odiado" IPad XD)
Espero con ansia más :)