11.09.2012

Artículo aleatorio (II)

La culpa la tiene el gobierno

Es curioso darse cuenta de que cada vez que leemos u hablamos de algo que supone un problema para la sociedad, siempre se formula la misma pregunta: "¿Qué debería hacer el gobierno para arreglar esto?". No nos cansamos de repetir cosas tal que "El gobierno debería...", "El gobierno tiene...", "El gobierno hace...". Y yo el otro día me di cuenta de una dolorosa pero gran verdad mientras estudiaba los derechos que exigía el pueblo francés liberalista de 1789 en su revolución, y es que, aunque lo hayamos olvidado, el gobierno somos todos.

El gobierno, el Gobierno, el GOBIERNO. Hablamos de ellos como si fueran de otro planeta, de una raza distinta a la nuestra, de otra estirpe; como si no fueran como nosotros. Pero, desgraciadamente, lo son. Y eso nos deja en evidencia a nosotros, ciudadanos sumisos que les hemos permitido creerse nuestros propios disparates. Parecemos haber olvidado el cometido original del gobierno, de esta entidad que al parecer hace lo que le da la gana: representar. Sí, por increíble que parezca, elegimos a estas personas para que nos representen, para que pongan por escrito y dejen constancia oficialmente de lo que pensamos todos nosotros (o bueno, la mayoría, al menos, que para algo son las elecciones). Como con todas las palabras estos días, el concepto auténtico de gobierno, el que asegura la soberanía nacional, se ha perdido junto con los otros términos de gran tamaño, como fascismo o comunismo (que se usan a libre albedrío, sin tener ni idea de su auténtico significado), hasta habernos hecho interiorizar esta nueva idea de que el gobierno es una entidad aparte, que no tiene nada que ver con nosotros y que están a otro nivel. Y yo me pregunto, entre libros de historia y ejercicios de lengua que preguntan qué medidas debería tomar un gobierno acerca de uno u otro tema, ¿cómo hemos podido llegar a esto? ¿Qué ha pasado para que la soberanía nacional se haya perdido de esta manera?

Por supuesto, no estoy diciendo que debamos tomar la sede del gobierno y quemarlos en la pira, que es lo que parece que quieren hacer unos cuantos, ni tampoco ahogarles entre insultos y amenazas. No, no es eso. Ni las formas ni el camino, en absoluto. No debemos seguir cargando contra ellos, porque eso no nos lleva a ningún lado; tenemos que dejar de hacer las cosas como hace doscientos años, cuando no sabían lo que querían, ni cómo podían conseguirlo. Nosotros (algunos), lo sabemos. Y lo mejor de todo es que, como personas iguales que somos en todos los sentidos, disponemos de gente capaz de proponer las mejores soluciones a los peores problemas, entre nuestras propias filas. ¿Por qué nos dedicamos a quejarnos mientras esperamos a que "la entidad superior", el gobierno, dé con una solución que tenemos nosotros mismos? ¿Por qué no ir y poner las cartas encima de la mesa? Por muy elevado que sea su rango, nos deben sumisión a nosotros, a los que les hemos llevado allí, y por lo tanto están obligados a escucharnos. Escucharnos proponer ideas constructivas, repito, no insultos.

¿De dónde creemos que salen estos países con gobiernos estupendos que no tienen ningún tipo de problema? ¿De inteligencia superior? No. Salen de la unidad, del trabajo en equipo y de la colaboración. ¿Qué es eso de separar a una persona en "de derechas" o "de izquierdas" tan sólo por la forma en la que respira? ¿A qué vienen tantas etiquetas, por qué queremos separarnos? Somos todos iguales, con las mismas raíces y los mismos sueños: una vida mejor, y justa para todos. Tú, yo, él, ella, éste, ése, aquel... Todos tenemos una pequeña pieza del puzzle, y si nos la guardamos, nunca estará completo. Las piezas las tenemos todos nosotros, y el gobierno únicamente tiene el pegamento para poder consolidar la obra de arte. Y por algún craso error hemos establecido que no podemos mezclar materiales, aunque nosotros mismos compráramos ese pegamento. Queremos unidad, pero no hacemos más que dividir.

La frase a la que más nos hemos acostumbrado estos días, con la que nos está cayendo, es aquella de "La culpa la tiene el gobierno". Y yo asimismo digo: "La culpa es nuestra".

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