4.27.2012

Tensión

Todo se ha acabado y lo sabes; no quieres volver con él, porque no le quieres; no quieres hablar con él, porque se ha pasado. Entonces, ¿por qué no puedes evitar preguntarte qué estará haciendo?
Si hubieras vivido hace tres décadas, tendrías que aguantarte, porque no había forma de saberlo. Pero vives en el siglo XXI, el de la comunicación y la tecnología; y sabes cómo averiguar lo que está haciendo. Sólo tienes que pulsar G+U, introducir su nombre de perfil y luego pulsar Enter; y ya está: aparecen todos sus Tweets con todos sus pensamientos.
Pero te has prometido no saber nada más de él, no ver lo que piensa; cuanto menos sepas, más alejados estaréis, y cuanto más alejados, menos te llevará olvidarle. Así que no pulsas la combinación que te llevará a su perfil y sigues sin saber qué piensa o qué hace. Ya has conseguido dos horas; tú puedes.
Pero no puedes; porque notas la tensión crecer en tus entrañas, y te presionan ahí donde más te duele, diciéndote, gritándote lo que ya sabes: si quieres aliviar el dolor, tendrás que leer lo que está poniendo. Tragas fuerte y cierras los ojos; intentas respirar profundamente y aguantar las lágrimas. Estás temblando, pero te da igual.
Abres otra pestaña y buscas algo que te distraiga; ya llevas dos horas, puedes conseguirlo.
Puedes conseguirlo.

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