--Escucha -la corté
colocando un dedo sobre sus labios-, lo que quería decirte antes de que me
operaran era el deseo que pediría; ¿te acuerdas que estuvimos pensando un
deseo?
--Sí, pero…
--Yo ya he elegido el mío -murmuré interrumpiéndola de nuevo.
Se rindió y suspiró fuertemente, dejando que hablara, y se quedó mirando a la
arena, dibujando ondas en ella.
--Si pudiera pedir un deseo, y, espero que si quieres hacerme una promesa
puedas hacerme esta, sería este: mi deseo es que si algo sale mal, conozcas a
otros chicos, te cases y tengas hijos, nietos… Pero no quiero que me quieras
para siempre, sólo… -tomé aire y me tembló la voz-, sólo hasta que muera, sea
dentro de unos días, año y medio o dentro de sesenta años.
Empecé a jadear, y no pude sostenerle la mirada a Marta un segundo más. Ella me
levantó el mentón con dos dedos y me hizo mirarla; estaba muy cerca de mí.
--¿Y por qué he de hacer eso? -susurró con la voz temblorosa.
--Porque -expliqué-, si no lo haces, morirás -la voz se me quebró al decir la
palabra- sola, sin nadie que te quiera, y eso no es justo, tú no te mereces
eso.
La dejé boquiabierta, respirando con intensidad y mirándome fijamente a los
ojos.
--¿Quieres prometerme algo? Pues prométeme eso, por favor -rogué en un
murmullo.
Esperé a que contestara algo, pero se limitó a levantarse y decir:
--Tengo frío.
Me levanté y avancé hasta ella. La envolví en un abrazo por la cintura y la
obligué a parar; la miré a la cara y la hice devolverme la mirada. Por fin en
un susurro dijo:
--Nunca conoceré a nadie como tú.
--Claro que no, conocerás a alguien mejor, alguien que te querrá igual y que te
cuidará por mí. Vamos Marta, tú no quieres esto.
--Yo te quiero a ti -gimió.
--Pues quiéreme -susurré en su oído-, quiéreme hasta que mi corazón deje de
latir, cuando lo haga, tendrás que seguir adelante -vacilé-; ¿lo harás por mí?
Me besó febrilmente, repasando mis labios con su lengua; separé -con mucha
fuerza de voluntad- mis labios de los suyos y apoyé la frente en su hombro.
--¿Lo harás? -supliqué.
--…Lo haré, te lo prometo –enmudeció y unos segundos después añadió–. Te
quiero.
--Yo también.
Esta parte me ha encantado. Y no me ha dado la risa tonta, lo que es todo un logro por tu parte.
ResponderEliminarPuajajajajaja gracias bicho bola ;)
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