[Julieta]
No me puedo creer que sea él. ¡Casi no se le reconoce! Se ha dejado el pelo muchísimo más largo que cuando estábamos juntos, que lo llevaba casi rapado; ahora le llega por debajo de las orejas, y debió seguir mi consejo, porque se ha peinado el flequillo de lado. Está guapísimo. Por otro lado, ha perdido algo de peso y ha debido ir al gimnasio, porque, incluso con el abrigo puesto, se le nota más musculado. Ha cambiado su estilo de vestir por completo, y ahora por fin va bien vestido; hasta tiene estilo, me atrevería a decir.
Con todo, todavía sigue teniendo esa graciosa sombra en el bigote con la que solía picarle, y sus ojos siguen siendo del mismo color café que cuando capturaban mi mirada hasta altas horas de la mañana.
[Romeo]
No ha cambiado en absoluto. Es cierto que lleva el pelo un poco más corto, y que ha debido hacer ejercicio, porque se la ve más tonificada, pero parece que el tiempo no haya pasado por ella. Sus ojos siguen siendo del mismo color gris azulado del mar durante el crepúsculo, y sus labios carnosos siguen teniendo pequeñas grietas por falta de hidratación. Me pregunto si se seguirá poniendo histérica cada vez que ve un bicho.
[Julieta]
Trato de salir del estupor inicial, en el que me da la sensación que llevo sumergida horas, y sonrío, tratando de disimular que estoy híper ventilando con una risa ahogada.
-Ho-ho-hola...
[Romeo]
Oír su voz de nuevo despierta algo en mí. Pensé que ya la había olvidado, que sólo quedaba en mí el recuerdo de su fantasma, pero ahora que está delante mío, todo es distinto.
-Hola.
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