8.29.2012

Va a estar bien (IV)

-El resto de la semana fue... silenciosa. Es la única manera que se me ocurre para describirlo. Normalmente luchábamos por tener el turno de palabra en la conversación, pero esos días no. Sé que no fue justo para Paloma, pues tampoco quería irse, pero yo simplemente no encontraba las palabras. No sabía qué decir o hacer al respecto. Entonces, Blanca sugirió hacerle algo especial, como regalo de despedida, <<una fiesta o algo así>>. Sí, algo especial, pensé, eso es lo que voy a hacer. Tan pronto como no sabía qué decir, ahora lo tenía todo claro. Sabía perfectamente qué cosa especial podía darle yo a Paloma.

>>A la salida del colegio, la llevé aparte, detrás de un árbol. "Ven a mi casa", solté, sin más. "¿Cómo?", soltó una carcajada; me acuerdo que me gustaba mucho su risa. "¿Qué quieres hacerme?". Le reí la broma y me puse serio de nuevo. "Ven conmigo, quiero... enseñarte una cosa".

>>Por fin, accedió a venir conmigo, pero se sorprendió cuando nos desviamos de mi casa. "¿No íbamos a tu casa?", preguntó. La pedí que confiara en mí, y así lo hizo. Caminamos media hora más, hasta llegar a casa de mi tío. Pasé olímpicamente de la puerta principal y me fui directo al garaje. "Mi tío tiene una banda", expliqué, "y ensayan aquí. Él me deja venir cuando quiero alejarme un poco del mundo; puedo coger su guitarra". Para entonces, Paloma estaba bastante boquiabierta. Me colgué la guitarra al hombro y comencé a tocar unos acordes que llevaba murmurando para mí varios días, sin saber por qué. Nunca nadie me había oído cantar, pero sentí que ella sería una buena primera oyente.

Se aclara la garganta y entona una melodía. La misma melodía que lleva tocando días y días cuando se encierra en el estudio.

-"Esta canción es para ti", dije, armándome de valor. Toqué y canté durante cuatro eternos minutos, ante su incrédula mirada. Noté cómo las lágrimas se iban agolpando en sus ojos, y comenzaron a caer con mi último acorde de guitarra. "Sigo esperando despertarme", mascullé, mientras la abrazaba con todas mis fuerzas; "Esto sólo puede ser un mal sueño, ¿no? No soporto que te vayas, por favor, no me... no nos dejes" -no sé si esa confusión entre "no me dejes" y "no nos dejes" ha sido involuntaria o realmente fue así como sucedió, pero no estoy segura de querer saberlo. A estas alturas, ya sé por dónde van los tiros-. "Nunca sabrás lo mucho que significas para mí; no quiero perderte, Paloma, por favor, ¿por qué tiene que ser así?"

Marcos agacha la cabeza y hunde los hombros, y yo, discreta, me enjugo una lágrima que me corre por la mejilla.

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