8.06.2012

Fotos Antiguas (VI)

[Romeo]
He decidido ser valiente por una vez en mi vida y he cambiado rápidamente de tema; he pasado a hablar sobre música y en seguida se ha disipado la tensión. Veo mucho de mi vieja chica en ésta que veo ahora; en ocasiones se queda callada y se mordisquea el pulgar, no deja las manos quietas, hincha los carrillos... Me gusta oírla reír de nuevo, ahora que genuinamente sé que no está fingiendo; su risa es dulce, siempre conseguía relajarme.

El tiempo ha pasado a una velocidad de vértigo, así que he sugerido salir del parque y sentarnos a tomar algo; para ser sinceros, me sorprende que haya aceptado.

[Julieta]
Aún no sé qué masoquista y retorcida parte de mi cerebro ha dicho que sí. Tendría que haber fingido tener prisa, haber dicho que tenía que estudiar o no haber dicho nada en absoluto. Pero tendría que haber dicho que no. Tonta, tonta, tonta, tonta, tonta.

Pero si me paro a mirarle dos veces vuelvo a estar presa de él; de sus ojos, de su sonrisa, de sus brazos, de su olor, de sus bromas... Y al parecer la parte masoquista de mi cerebro es más grande de lo que pensaba, porque sin comerlo ni beberlo he acabado cenando con él. No sé por qué he pedido una hamburguesa, así que me encuentro con la boca llena y él riéndose a carcajadas. Si viera las pintas que tiene con su hamburguesa de dos pisos. Me convulsiono mientras río y un mechón corto se me viene a la cara. Tengo las manos llenas de grasa, así que hago aspavientos para intentar recolocarlo. Él se ríe y se limpia las manos con su servilleta (la mía está ya muy manchada); arrima su silla a la mía y con mucho cuidado, como si fuera de porcelana, toma el mechón rebelde y lo sitúa detrás de mi oreja.

No lo ha notado, pero se me ha puesto la piel de gallina.

[Romeo]
Espero que no se haya dado cuenta de que tengo la piel de gallina. Fija su mirada con la mía, y yo me pierdo en sus ojos, que a la luz artificial se vuelven de un gris más metálico, como mercurio. Sólo treinta centímetros separan nuestras bocas.

Veinte. Diez.

La paso una mano por la nuca y la atraigo hacia mí.

Cinco centímetros. Oigo su respiración agitada y nerviosa.

Pone su mano sobre mi pecho y entrecierra los ojos.

Dos centímetros.

La beso.

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