8.07.2012

Fotos Antiguas (VII)

[Julieta]
Claramente, sigue siendo él. Puede que haya cambiado su peinado, su cuerpo, su forma de vestir y más, pero sin duda, sus labios siguen siendo los mismos que me hacían ver fuegos artificiales hace varios años; suaves, delicados y a la vez fuertes, cuidadosos, dulces. Y como yo también sigo siendo yo misma, abro los ojos para mirarle mientras me besa; tiene los ojos entrecerrados y los párpados le oscilan de emoción, exactamente igual que hace varios años. Respira con fuerza, y con cada espiración se le nota temblar. Parece que le está dando un ataque epiléptico.

Lo he echado de menos.

[Romeo]
No hacemos comentarios después de separarnos, no hace falta. Lo decimos todo con los ojos, a pesar de que me cuesta que retenga la mirada con la mía; en eso tampoco ha cambiado. Pago la cuenta y salimos del restaurante, hacia el acogedor viento otoñal. Acogedor irónicamente, por supuesto, porque hace frío; la paso un brazo por los hombros, y ella me agarra de la cintura, pero cada vez que viene una ráfaga de viento se apretuja contra mí como si no hubiera mañana, aunque intenta disimularlo. Me quito el abrigo y se lo cedo; ella insiste en que me lo quede, pero acaba aceptando, obviamente agradecida. El frío ahora me ataca a mí, con lo que tengo que hacerme el valiente. Tengo que contenerme para que no me castañeen los dientes.

Lo he echado de menos.

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