Bello, enorme, imponente, majestuoso. Se alza ante ti como un dios, un espíritu indomable, una bestia encerrada en el cuerpo de un ángel. Compruebas que tus ojos no te engañan; realmente lo estás viendo.
Te acercas a él, muy despacio, con pasos lentos y cuidadosos; no quieres asustarlo. Te mira curioso, parece que tiene interés en ti. Te paras a medio metro de su hocico, y él baja la cabeza para ponerla a tu altura. Es bellísimo... Sabes que estás ante un verdadero tesoro, no puedes dejarlo escapar. Sientes su aliento en la cara, una respiración tranquila y profunda, y todos tus males desaparecen. Sólo estáis él y tú, Dios animal y humana rebelde. Alzas la mano y lo tocas.
El contacto contra su piel es mágico; te produce sensaciones que nunca habrías imaginado que se pudieran sentir; se te eriza el vello de la nuca y de los brazos, tu interior se llena de una fuerza que antes no tenías, y tu corazón impulsa sangre más limpia. Lo acaricias con cuidado, casi con disimulo, para que no se asuste. Tus dedos se hunden en su pelaje y puedes sentir sus músculos, fuertes, palpitantes, llenos de... magia.
Nunca habrías pensado que mirar a cualquier ser a los ojos te intimidaría de esa forma; su mirada es tan brillante, tan penetrante, tan... tan perfecta. Puede decirlo todo con esa mirada, lo que quiera. Te preguntas si te permitirá el honor de subirte a su lomo. No te atreves a intentarlo todavía, así que sigues acariciándolo; el cuello, la cabeza, el lomo, las alas...
Sabes que, sea quien sea, te ha hecho un regalo; y no puedes desaprovecharlo. Esa criatura se escapa de tu comprensión del mundo; majestuosa, mágica, imponente y a la vez dulce... De nuevo, perfecta. Posas tus labios encima de su hocico y el Pegaso se arrodilla. Se te saltan las lágrimas de emoción cuando intentas deslizarte sobre su lomo y sale volando. Le observas alejarse en el cielo, como una promesa. Sabes que algún día será tuyo; tiene que serlo.
Muchos dirían que la perfección la tiene la pureza del blanco, pero tú prefieres la fuerza misteriosa de las alas negras.
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