A la luz del sol, todo se ve de otra forma. Las sombras que por la noche te aterran vuelven a ser un perchero, las canciones de cuna pasan a ser solos de guitarra llenos de adrenalina que descargar, y los sentimientos que anoche abrieron tu alma, ahora se funden con el resto de tu cuerpo.
Miras a tu alrededor y todo ha cambiado; sabes que lo que dijiste no es mentira, pero te preguntas si hiciste lo correcto. Aún siendo verdad, ahora lo sientes de una manera diferente; las palabras te parecen demasiado intensas, demasiado sinceras, demasiado valientes. Te preguntas qué hizo que eso pasara; ¿bajo qué efecto estabas? Todo es muy confuso.
Teóricamente las palabras significan siempre lo mismo; "azul" siempre es el mismo color, "perro" siempre es el mismo animal; sin embargo, el azul que tú ves puede ser más intenso que el que ven los demás, cada perro es diferente en color, tamaño y aspecto. Y un "Te quiero" no vale lo mismo de dos bocas distintas. Cada palabra pronunciada lleva una parte de la esencia del que las vocaliza, y por eso cada palabra tiene un efecto diferente según quién la pronuncie.
Palabras, miradas, movimientos, silencios... Todos se ven diferente con la luz del día. Incluso la magia de tu piano suena diferente con el cielo azul como techo; no mal, simplemente, distinto. Los matices que cobra la vida los moldea la Tierra a su gusto, noche y día amasándonos a su gusto. Claro que también es un poco egoísta echarle la culpa a la magia del destino; lo que decides siempre está en tus manos, y lo único que cambia es el efecto que provoca, si acaso.
Sea como sea, por muy confusa que estés, estás deseando que te envuelva de nuevo esa magia de la noche, para que las palabras sean más reales.
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