Después de incontables días, noches, horas, minutos y segundos yendo de un lado para otro sin saber qué hacer, qué decidir, cómo actuar, a quién odiar o a quién amar, has hecho una decisión. Ante todo, aun intentando ayudar al mayor número de gente posible, a quien más vas a favorecer va a ser a ti misma. Se acabó ser infeliz por los demás; si ellos de verdad te quieren, deberían ser igual de felices si tú lo eres. Si no lo son, entonces es que no te quieren lo suficiente.
Batallas, peleas, llantos, risas, éxitos, fracasos... Has vivido muchas cosas, aunque por supuesto no todas, así que sabes que te quedan muchas más por vivir; muchas cosas por hacer, muchos mundos que cambiar, mucha gente que arreglar. Y puedes hacerlo de dos maneras: amargada, con los grilletes del pasado ralentizando tu camino, o con una amplia sonrisa. Por todo lo que se puede sentir con una sonrisa en los labios, eliges vivir. Se acabaron los grilletes, las trabas y los come cocos. Ahora vas a ir tú primero. Porque si no cuidas de ti misma, ¿cómo vas a cuidar de los demás? Esa fue la frase que le dijiste a alguien que quiso darlo todo hace tiempo, y no entiendes cómo podías haberla olvidado. Menos mal que ahora te acuerdas.
Por nada del mundo vas a cambiar lo más mínimo; sigues queriendo darle la vuelta al mundo (hoy día 8 con la camiseta del revés [Movimiento Somos]), sigues queriendo escribir todas las historias que hayas conocido y las que te quedan por conocer, no vas a dejar de pintarte un número trece de color azul y de cantar a grito pelado las canciones que te han inspirado todos y cada uno de las respiraciones que has tomado; seguirás durmiendo como una marmota, bailando cuando nadie te vea, mirando la lluvia embobada, llorando con películas sin sentido y riéndote sola cuando llegues a una parte cómica de un libro. Nada ni nadie va a cambiarte, y estás orgullosa de ello, porque sigues queriendo hacer todas las cosas que un día te propusiste. Todas y cada una de ellas.
Sólo que con los pies en la Tierra.
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