Te quejas de las excesivas horas que tienes que dedicar a la música, te regañas a ti misma por pasar tanto tiempo escribiendo y menos descansando, te horrorizas cada vez que recuerdas la cantidad de exámenes que tienes esta semana... Sabes que todo es palabrería. No darías ni un sólo minuto de descanso por un concierto de piano, nunca antepondrías una sesión de cine a una de escritura, y antes que ver la tele, prefieres ponerte a leer. Piensas en cómo sería tu vida si no hicieras ninguna de esas cosas, y te asombras al ver cuánto tiempo libre tendrías. ¿Cómo ocuparías las horas? Es casi escalofriante, todo el tiempo que tendrías que mantenerte entretenida. Ahora entiendes cuando muchos dicen lo de <<me aburro>>.
Sin tu instrumento, sin tus libros, sin tu escritura, sin ninguna de las artes a las que las mejores personas que conoces dedican su tiempo, no hay nada. Absoluta y totalmente nada. <<Normal que se aburran>>, piensas, <<tienen demasiado tiempo libre y nada que hacer>>. Eso son demasiadas horas para pensar y volverse loco; o volver loco a las personas de tu alrededor. Qué necios, dices, no saben lo que se pierden.
Así que, mientras coges un libro de la mesilla de noche con tu obra de Beethoven favorita sonando de fondo, piensas en la pena que te dan todas esas personas, que no tienen nada en la vida. Están incompletos.
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