5.04.2012

Altibajos

Han pasado dos semanas y nos levantas cabeza; cuando crees que puedes levantarte, te tropiezas y te hundes más. Estás en unas arenas movedizas.

Cada recuerdo suyo te trae cada vez más lágrimas, todas amargas, todas con arrepentimiento, todas con rabia. Eres más que consciente que no puedes sobrevivir así, pero no sabes qué hacer. Todo se vuelve negro. No quieres comer, no quieres reír, no quieres hablar, no quieres vivir. Has llegado a ese punto en el que tiras lo que más querías por la borda: tus sueños, tus proyectos, tus intenciones, tus ganas... Todo se ha ido. O al menos no lo encuentras.

Taylor Swift dice que la vida se basa en el amor y en las rupturas, y que no trata de esperar a que pase la tormenta, sino a aprender a bailar bajo la lluvia. Pero tú no ves lluvia, sólo oscuridad. No esa oscuridad acogedora que te da la noche, no, esa oscuridad tenebrosa que hay en las noches sin luna ni estrellas. Cuando el cielo es, simplemente, negro.

La arena ya te llega al cuello, y te das por vencida. ¿Para qué seguir luchando, si ya no tienes nada por lo que luchar? Es mejor abandonar y resignarse. Entonces, abriendo por última vez los ojos para despedirte del mundo, ves una rama, justo al alcance de tu mano. No quieres cogerla, no servirá de nada. Pero entonces una ráfaga de viento te acerca todavía más la rama, y te la pone prácticamente encima. Vale, un último intento.

De repente, estás fuera. Te ríes sin creértelo y abres los ojos de nuevo para ver la rama. Pero lo que ves te llena los ojos de lágrimas, esta vez de alegría. La rama se ha convertido en una mano, unida al cuerpo de tu amiga, y detrás de ésta se encuentra una larguísima cadena de personas tirando de ella. Han ido a buscarte. A rescatarte.

Decides que vas a darle tiempo al tiempo. Dejarás de hacer lo que te hace daño y te dedicarás a fortalecerte, poco a poco, por los que te quieren y te cuidan.

Al fin y al cabo, la vida va de altibajos.


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