5.11.2012

Hasta el fondo

Se acabó; por inconsciente. Está claro que si quieres jugar con el destino va a ser bajo sus reglas. Y tu movimiento no es válido. Así que te han castigado.

Has revelado tu identidad de la peor manera posible, intentando ir de incógnito, intentando parecer casual. Ese no es tu juego y lo sabes; nunca lo ha sido. Así que, lógicamente, has perdido. Has fallado épicamente. Has demostrado que eres vulnerable y débil, que no puedes olvidarlo, que el rencor aún devora tus entrañas.

No intentéis desafiar al destino, no se puede ser más listo que él; tú te has atrevido a intentar jugársela, y ahora estás arruinada. Puedes ver cómo todo lo que tienes se disuelve: la poca dignidad que te queda, la entereza, la fuerza para seguir... Todo. Te preguntas si el castigo tiene que ser tan cruel, si te tiene que dejar en evidencia delante de la última persona ante la que puedes parecer vulnerable. ¿Es posible que sólo sea un susto? ¿Puede que no queden pruebas? Sabes que no. Siempre hay pruebas. Te maldices de todas las maneras que se te ocurren.

Ahora más que nunca, quieres gritar y golpear cosas; pagar físicamente por tu desafío, dejar la dignidad intacta, aunque tengas que deshacerte de todo lo material que te rodea. No puedes haber caído más bajo. Puedes sentir cómo los poderosos se ríen de ti, llamándote ilusa e inconsciente. ¿Te creías que podías jugar con los de arriba? ¿Quién se supone que eres? Nadie. Eres una estúpida que parece vivir para demostrar que vales más que el resto, que puedes ponerles una trampa y que caigan en ella saliendo impune.

¿Crees que puedes jugar con el destino? Has metido la pata hasta el fondo.

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