5.12.2012

Identidad robada

Cada palabra, cada expresión, cada gesto, cada emoción. Te ves a ti misma reflejada en todo lo que Él hace. ¿Así de parecidos sois? No.

El problema está en que te está robando el alma; todo lo que era tuyo, Él te lo ha quitado. Y no vas a compartirlo. Porque no puedes compartir tu identidad. A lo mejor las habéis intercambiado, Él se queda con lo que tú disfrutabas de la vida y tú con su forma de verlo todo negro y sin fondo. A lo mejor te has convertido en Él para lo que te queda de vida.

Otra palabra, otra expresión, otro gesto, otra emoción. Sigues siendo tú. Y te llena de rabia.

Porque de lo único que podías presumir antes era de tener una identidad, de seguir siendo diferente, de hacer tus cosas a tu manera, como a ti te gustaba, porque a ti te gustaba. Ahora todo es suyo. No vuestro, suyo. Se lo ha llevado todo; tu corazón, tus ganas de vivir, y ahora tu alma. Absolutamente todo.

Te miras al espejo y no ves nada. No tienes reflejo. Sólo una identidad robada.

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