5.11.2012

No mires atrás

No mires atrás, no mires atrás, no mires atrás, no mires atrás... ¿Dónde está el problema en mirar atrás?

Estás sobre una cuerda floja, caminando siempre para delante, que es lo único que puedes hacer. No ves el final de la cuerda, pero sabes que tiene que haber uno, así que intentas disfrutar lo máximo posible de tu experiencia sobre ella; el destino te lanza cosas imprevistas que has tenido que saber esquivar; cuando no has podido conseguirlo, te ha desequilibrado y lanzado al vacío. Con suerte, de momento has conseguido agarrarte a la cuerda antes de precipitarte a la nada, y tras mucho esfuerzo has podido volver a seguir caminando.

Cuando pusiste el primer pie sobre la cuerda, te dieron una sola orden: no mirar atrás. No tienes ni idea de por qué, pero siendo la única orden recibida, has decidido cumplirla. En ocasiones en las que has hecho amago de echar un vistazo, la sensación que te producía era tan desagradable que girabas la cabeza de inmediato, volviendo la vista al frente. Con cada paso que das, oyes cómo lo que está detrás de ti sufre algún tipo de cambio que no llegas a descifrar, pero que intuyes es peligroso.

No mires atrás, no mires atrás, no mires atrás, no mires atrás... El viento comienza a soplar a tus espaldas, provocándote para que mires, alentándote a que descubras el misterio que se haya a tus espaldas. Te lo piensas.

¿Dónde está el problema en mirar atrás? Giras la cabeza. Y lo ves.

El viento deja de soplar, satisfecho. Porque te has desequilibrado y esta vez no has sido lo suficientemente rápida para agarrarte a la cuerda de la vida. Mientras te precipitas al vacío, sabedora de que te ha llegado la muerte, recuerdas tu única orden para cruzar la cuerda.

<<No mires atrás>>


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