6.15.2012

Sonrisas inesperadas (I)

Oh, señor, pero qué tarde es, Lucy se debe de estar volviendo loca. Me pongo encima lo primero que veo y salimos a la calle. No veo mucha gente alrededor, así que le suelto la correa y dejo que vaya libre, correteando alrededor de los árboles o trotando a mi lado. Me encamino hacia el parque para poder disfrutar de la puesta de sol rodeada de verde. Busco una colina relativamente solitaria y me siento a mirar al horizonte. Entonces le veo.

Está corriendo por el camino de tierra que está al pie de la colina, con la música puesta. Madre mía, no puede ser más guapo. Lleva ropa de deporte normal y corriente, pero a mí me sigue pareciendo un ángel. No me ve, por supuesto; va concentrado en su carrera. Pero entonces ocurre el milagro: gira la cabeza y mira en mi dirección. No estoy segura si me verá o no, pero sonrío igualmente (probablemente lleve haciéndolo desde que le he visto). Él se para. Me ha visto.

Mi pulso se acelera mientras camina hacia mí, subiendo la colina paso a paso mientras guarda los auriculares. Mi sonrisa se ensancha mientras me saluda con la mano y un guiño (cosa que siempre hace).
-Hey, ¿cómo tú por aquí?, dice con su cálida voz. Me baja un escalofrío por la espalda.
-Nada, disfrutando de la puesta de sol mientras Lucy corretea un poco.
Parece que hoy las estrellas se han alineado, porque mientras se seca un poco de sudor de la frente con la camiseta (dejando a la vista su perfecto torso), dice:
-¿Te importa que la vea contigo?

Nos pasamos sentados el uno al lado del otro dos horas, a escasos centímetros de tocarnos, hablando en voz baja sólo lo suficientemente alto como para oírnos mutuamente. Lucy se cansa de hacer ejercicio y acaba tumbándose a nuestros pies. En un momento en el que estiro el cuello para mirar al cielo, que ya se llena de estrellas, él apoya la mano en la hierba, justo detrás de mi espalda, rozándome. Podría quedarme aquí toda la vida, apoyar mi cabeza en su hombro y esperar a que se pare el tiempo. Pero sé que no lo hará, así que cuando por fin volvemos a la realidad y nos separamos, vuelvo a casa sola (seguida de cerca por Lucy, claro), pensando en lo mucho que me gustaría que supiera lo enamorada que estoy de él.


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