6.17.2012

Sonrisas inesperadas (VIII)

Nunca pensé que llegaría hasta aquí. Me he maquillado, he pedido a mamá que me hiciese un peinado precioso, me he puesto un vestido de gasa blanco... Parezco una princesa. El ambiente es bastante agradable; parejas bailando, amigos hablando, risas... La gente tarda en reconocerme, pero cuando lo hacen sueltan exclamaciones y se retiran para dejarme pasar. Todas las miradas se vuelven hacia mí, y tras varias filas de cabezas y trajes, le localizo, hablando con un compañero. Se queda boquiabierto.

La muchedumbre no tarda en engullirme de nuevo, volviendo cada uno a lo suyo y dejando de prestarme atención. Pero él no. Él me está mirando sonriente, casi incrédulo, y comienza a caminar hacia mí. Entonces su repulsiva novia se pone en medio, salida de la nada, y le pasa un brazo por el hombro, provocándole. Él se zafa y ella lanza una protesta, indignada. Pero no se da cuenta, sólo tiene ojos para mí.

¿Sigues sin poder verlo, Will? Soy yo la que te entiende, he estado aquí todo este tiempo, así que por favor, date cuenta de la realidad y ve la verdad; es conmigo con quien perteneces. ¿Cómo no has podido darte cuenta? He estado a tu lado, esperando en tu puerta, haciéndote reír cuando querías llorar, me has contado tus sueños, casi como si dijeras "Sé dónde pertenezco, es contigo".

Estamos por fin cara a cara, nuestros ojos conectados. Desdoblo el papel que llevo en la mano y se lo enseño. <<Te quiero>>, dice. Él sonríe, rebusca en el bolsillo interior de la chaqueta y saca otro papel. Mi corazón comienza a palpitar. Lo desdobla. Sonrío y me acerca hacia sí, colocando una mano en mi cuello y la otra en mi cintura, uniendo sus labios con los míos. Los papeles se deslizan al suelo, como dos hojas en otoño, suavemente, con delicadeza. Gemelos.

<<Te quiero>>.


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