6.17.2012

Sonrisas inesperadas (IV)

Me recojo el pelo en una coleta e intento volver a concentrarme en mis apuntes de historia. Vaya semana que llevo; desde que lo arregló con su novia se le ve más feliz que nunca, y ya casi no tiene tiempo para hablar conmigo. Así que básicamente, he decidido olvidarme de él; nunca será mío, así que ¿para qué perder el tiempo intentándolo? Tengo un curso que aprobar.

Noto algo moverse delante mío, y según levanto la vista, él me está saludando desde la ventana. Sonríe, como siempre, pero a mi ya no me provoca el mismo sentimiento. O al menos, algún día dejará de hacerlo. Respondo a su saludo con un vago movimiento de mano y vuelvo a mis apuntes. Él vuelve a llamar mi atención, golpeando mi ventana suavemente con un palo de escoba. Qué insistente. Arranco una hoja de la parte de atrás del cuaderno y escribo <<Estoy estudiando>>. Se la enseño y él baja la vista; vocaliza un <<Lo siento>> que leo a través de sus preciosos labios y corre la cortina, dejándome de nuevo a solas con mis estudios. Me enjugo una lágrima que amenaza con escapar de mis ojos y vuelvo al mundo de la Segunda Guerra Mundial.

Unas horas después, estoy saliendo por la puerta con Lucy cuando él sale corriendo de su casa. Intenta parecer casual, pero hay algo raro; ha salido demasiado... nervioso. Me pregunto si se habrá peleado con sus padres. O quizá con su novia. Probablemente sólo sean imaginaciones mías. En fin, acabemos con esto lo antes posible, me propongo mentalmente.
-Hola, dice con su habitual tono cálido, aunque hoy suena algo más apagado.
-¿Qué tal?, murmuro, con la vista fija en el suelo.
Me acompaña en mi paseo en silencio, con las manos en los bolsillos de la chaqueta, intentando entablar conversaciones que yo corto con comentarios secos y simples. Me odio a mí misma, y él probablemente también me esté odiando. Pero es lo mejor.

-¿Sabes? El gran partido es el viernes, y... bueno..., me preguntaba si ibas a ir.
Es el capitán del equipo de baloncesto, y todo el colegio sabe que nos llevará a la victoria en el campeonato. <<Pues claro que iré, ¡si estoy en la banda del equipo!>>, pienso para mí. Sin embargo, contesto con un escueto << Ajá >>. Obviamente se cansa de intentar sacar algún tipo de respuesta de mí, así que me desea buenas noches y regresa a su casa, algo malhumorado. Yo llamo a Lucy (que ha estado trotando a sus anchas por la calle) y también me voy a la cama. Puede que cuando me levante haya ocurrido un milagro.


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