Tu madre te regaña cuando te ve siempre con ellas, y te pregunta si algún día cambiarás de calzado. Tu respondes <<Voy a morir con Converse>>, y aunque no lo justificas, sabes la razón por la que nunca dejarás de llevar esas preciosas zapatillas. Cuando eras pequeña, tus héroes de las películas llevaban Converse; luchaban contra el mal, escapaban del destino o paseaban por sus parajes favoritos calzados con las mismas zapatillas.
A los doce años, tu prima le pidió a tu madre que le regalase unas por su cumpleaños, y tú no podías desaprovechar semejante oportunidad; así, a los doce años, tuviste tu primer par de Converse. Eran negras, como las de todas las películas, y comodísimas; te pasabas el día con ellas: para ir a pasear, a la compra, al cine, a misa... A donde fuese. Tú ibas con Converse.
Y es que no es sólo que te parezcan preciosas, no, es algo más; es como tu símbolo propio, el detalle que te identifica. Cada uno tiene el suyo: el músico, la que colecciona llaveros, la que le gusta dar abrazos... Tú eres la chica de las Converse.
Y así será hasta el resto de tus días.
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