5.02.2012

All Star

Estás a punto de salir, sólo te queda ponerte los zapatos. No tienes ni que pensar cuáles vas a coger, sólo vas al armario y sacas los que están en primera fila. Los cordones ya están viejos, pero los atas y te los escondes dentro de la zapatilla, como tiene que ser. Ahora ya estás lista; das una vuelta sobre tus Converse All Star y te vas.

Tu madre te regaña cuando te ve siempre con ellas, y te pregunta si algún día cambiarás de calzado. Tu respondes <<Voy a morir con Converse>>, y aunque no lo justificas, sabes la razón por la que nunca dejarás de llevar esas preciosas zapatillas. Cuando eras pequeña, tus héroes de las películas llevaban Converse; luchaban contra el mal, escapaban del destino o paseaban por sus parajes favoritos calzados con las mismas zapatillas.

A los doce años, tu prima le pidió a tu madre que le regalase unas por su cumpleaños, y tú no podías desaprovechar semejante oportunidad; así, a los doce años, tuviste tu primer par de Converse. Eran negras, como las de todas las películas, y comodísimas; te pasabas el día con ellas: para ir a pasear, a la compra, al cine, a misa... A donde fuese. Tú ibas con Converse.

Y es que no es sólo que te parezcan preciosas, no, es algo más; es como tu símbolo propio, el detalle que te identifica. Cada uno tiene el suyo: el músico, la que colecciona llaveros, la que le gusta dar abrazos... Tú eres la chica de las Converse.

Y así será hasta el resto de tus días.





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