Día sí, día también, no consigues pasar sin pensar en ello; ya sea mientras haces un ejercicio de matemáticas, o mientras estudias biología en casa, mientras tus padres ven las noticias o mientras te duchas. Los recuerdos encuentran la manera de alcanzarte. Y el dolor.
No puedes impedir que te inunde la rabia; no contra Él, sino contra ti misma, por ser tan estúpida y haberte dejado engañar. Recuerdas cuántas veces dijiste de pequeña que tú nunca llorarías por un chico. Ahora te preguntas si es que la visión cambia o simplemente no te esperabas pasar por esto; no importa, es el pasado, por desgracia. Todo te corroe y te amarga, y puedes notar cómo el odio se está instalando en ti, aquello que querías evitar a toda costa; éso sólo te produce más rabia.
Piensas en todo lo que tienes por delante: aventuras, gente, experiencias, sentimientos... Y centras tu atención en el evento más próximo; el verano en el campamento. Como siempre, tu cerebro empieza a formular teorías sobre lo que podría pasar, tanto cosas buenas como malas; por una extraña razón, hay un factor que hace que se produzcan más teorías negativas que felices. Y te hundes una vez más. ¿Vas a permitir que te estropee la experiencia? No. No vas a darle la oportunidad.
Así, tu cerebro cambia de disquete y empieza a pensar en lo que puedes hacer estando en casa todo un mes; sacas montones de teorías que aunque no son tan apasionantes, te servirán. Sigues viviendo, así que por supuesto harás "Carpe Diem".
Sólo que de momento, estás en Pausa.
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-C.