5.26.2012

Caída libre

Si levantaras el brazo, podrías tocar el cielo con la punta de los dedos; así de feliz te sientes. Aunque nada está saliendo como lo esperabas, es perfecto a su propia manera; el sol, la hierba, buenos amigos, risas, sentimientos... Todo está en su sitio e incitándote a sonreír. Le miras a los ojos y vuelves a mirar al cielo; no tendrías ni que ponerte de puntillas, puedes tocarlo.

Así que lo haces. Con una risa triunfal, levantas los brazos y tocas el cielo; los demás te ignoran, ni se han dado cuenta, pero no te importa; tú estás ahí, rozando lo inalcanzable con los dedos, certera de que puede que algún día puedas volver a estar por encima de él; ya tocaste el cielo tiempo atrás, pero lo que más te gustó fue sobrepasar sus límites, estar a tres metros sobre el cielo y poder mirar abajo sintiendo lástima de los de abajo, porque esa era la mejor sensación del mundo.

Un poco después, como una grúa que ha estado elevando materiales muy pesados, te sueltas de tu cuerda con el espacio y caes; te precipitas contra el suelo, y puedes ver cómo se va acercando tu fin. Has estado a las puertas del cielo otra vez, pero no se te ha permitido entrar, ni mucho menos quedarte. Así que aquello que te sostenía la sonrisa desaparece y te deja caer, haciéndote que seas consciente de ello.

Ya te has desplomado, y lo sientes todo el doble de fuerte. El dolor por haber perdido los abrazos, las miradas, los besos y las caricias es aún más intenso, y se une al ansia de volver a tenerlos y no poder.

Hace un momento estabas tocando el cielo; ahora, has llegado al punto más bajo de la tierra. Ha sido toda una caída libre.


1 comentario:

Gracias por dedicar tu tiempo en dejarme un mensaje, querido transeúnte.
Atte:
-C.