5.15.2012

Por ellos merece la pena

No sabes qué te pasa hoy, pero no dejas de reírte. Con dos amigos por Tuenti, no puedes dejar de carcajearte todo el rato, sin parar. Te sientes genial.

No estáis haciendo las gracias del siglo, pero cada una de las tonterías que soltáis te provoca otra ronda de risa, hasta que se te saltan las lágrimas y reconoces que se te ha ido la olla. ¡Pero si tú nunca te ríes así! Cada palabra, una risa, cada risa, una tontería, cada tontería, una palabra y vuelta a empezar.

Y estás en tal éxtasis que todo lo demás deja de existir; el tiempo, el sueño, el dolor de la pelvis por estar tanto tiempo sentada... Todo se ha ido. Sólo estáis tú y tus amigos. En realidad supones que lo que ocurre es que no puedes esperar a volver a verles; pasar días, tardes o noches junto a ellos, riéndote de verdad y siendo tú misma; no puedes esperar a sentir su presencia y el apoyo que te ofrecen, saber que tienes sus brazos abiertos aunque jueguen a que te desprecian.

Quieres estar con tus amigos porque, aunque eres asocial y te encanta estar sola, sabes que no darías ni uno sólo de esos momentos de risas infinitas, caídas tontas o bromas inocentes; todos y cada uno de ellos te los guardas para cuando te llegue la hora de abandonarles. Cuando tengas que hacer un análisis de tu vida, en vez de pensar que, en general, ha sido horrible, irás recogiendo esos momentos en los que las lágrimas se te saltaban, los abdominales te dolían y acababas en el suelo cogiendo aire de tanto reír.

Recogerás todos los momentos y sabrás que todo tu sufrimiento, por ellos, merece la pena.


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