5.01.2012

Velocidad

El día se levanta nublado, pero sin lluvia, y no hay nada que más te apetezca que liberar tu energía contra el viento. Desayunas rápido y no pierdes tiempo en vestirte con algo cómodo. Te calas la capucha, apagas el móvil, y sales de casa.

Primero te dedicas a trotar un poco, para ir calentando los músculos y que el sueño se vaya disolviendo; das un par de vueltas a la manzana antes de decidir en qué dirección quieres ir, y cuando lo haces, te pones los auriculares con la música lo suficientemente alta como para bloquear el ruido exterior. Estiras un poco antes de empezar en serio, saltas en el sitio, y sales volando.

Has elegido una calle poco transitada, así que no tienes problema con esquivar obstáculos. Dejas que el viento te azote en la cara mientras tú luchas contra su resistencia, apretando cada vez más la carrera, notando como los músculos te arden y los pulmones suplican clemencia. Sigues corriendo ignorando el dolor, pues sabes que en un momento se te pasará; y lo hace, así que sueltas un grito triunfal y sigues acelerando, notando cada vez menos el contacto con el suelo, y elevándote un poco más hacia el cielo.

El viento vence a tu capucha, que cae hacia atrás, pero apenas te das cuenta, porque estás volando, y el ritmo de la música a todo volumen no deja pasar los inconvenientes. Llevas media hora corriendo, y has ido bajando la intensidad de la carrera, pero aún te sientes genial. Abres la mente de nuevo al mundo exterior y te das cuenta de que has debido recorrer unos 18 kilómetros. Te paras y sonríes. Para ti, no hay mejor manera de disfrutar un precioso día nublado que desafiando al viento.

A la velocidad.


1 comentario:

Gracias por dedicar tu tiempo en dejarme un mensaje, querido transeúnte.
Atte:
-C.